José Luis Lissabet, experto en didáctica de matemáticas, habló con EL TIEMPO.
Siete de cada diez estudiantes de 15 años no logran el desempeño mínimo en matemáticas, según los más recientes resultados de las pruebas Pisa (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes). Y esto plantea un reto mayor: hacerlas comprensibles, volverlas agradables, prácticas y útiles en la vida diaria.
"Para aprenderlas debe haber motivación y en esto influyen la familia y el docente. Hay que hacerlas ver como una herramienta para transformar la vida", explica el cubano José Luis Lissabet, doctor en Ciencias Pedagógicas y profesor del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (Iplac).
Este experto vino a Bogotá, invitado por la Secretaría Distrital de Educación, para hablar de didáctica y evaluación de las matemáticas.
Lissabet afirma que es necesario hacer un diagnóstico integral de los niños para conocer su entorno familiar y social, así como estudiar su manera de aprender, sus habilidades y sus debilidades con los conceptos matemáticos para así ayudarlos a tener éxito con los números.
¿Cómo enamorar a los niños de las matemáticas?
Para aprenderlas deben estar motivados y en esto influyen la familia, el docente y el entorno escolar. Si seguimos diciéndoles que son difíciles, complejas y abstractas, estamos contribuyendo a que se desinteresen por ellas. Hay que eliminar esos preconceptos y explicarles a los niños que las matemáticas son una herramienta para transformar la realidad. Mostrarles para qué les sirven esos conceptos, procedimientos y proposiciones matemáticas en su vida personal y familiar.
¿Cómo enseñarlas, entonces, de forma amena?
Hay varias enfoques de enseñanza, y uno de ellos es por proyectos, que pueden ser dentro del aula o institucionales. El niño se plantea un problema (económico, industrial, del medio ambiente o de la ingeniería) y para resolverlo construye conocimiento incorporando conceptos como cantidad, área, perímetro, longitud y volumen. Lo hace sin decirse que es un problema matemático, sino social.
Pero, ¿por dónde se empieza?
Primero se aprende el concepto de número y de operación para luego trabajar sobre el algoritmo de la operación, es decir, la suma, la resta, la multiplicación y la división. Luego, se aplica lo aprendido en un problema matemático o extramatemático de la vida diaria. A veces, el docente se salta uno de estos pasos y el niño no tiene los conceptos claros. Hay que fijarse en si los domina y en qué se equivoca.
¿Qué hacer ante dificultades?
Debe mirarse si la causa está en el estudiante, el docente o el entorno sociocultural del niño. Puede que el maestro sea bueno y que el estudiante esté preparado, pero este tiene un conflicto familiar que lo limita; o que su estrategia para aprender sea diferente y es allí cuando el maestro debe tener una atención diferenciada.
¿Cómo se hace esto?
Observando qué sabe hacer solo, qué con ayuda y qué no logra hacer, para apoyarlo.
¿Y el papel de los padres?
Hay que saber con quién vive el niño y hasta dónde él puede contar con sus familia para apoyar su proceso de aprendizaje. El maestro debe enviar ejercicios útiles y mesurados basados en la dificultad del niño y orientar de forma continua a los padres sobre cómo ayudarlo. Si se les sale de las manos el tema, buscar un tutor, pero la idea es que el colegio sea suficiente.
Seguimiento continuo
Lissabet asegura que, durante el proceso de aprendizaje de las matemáticas, es importante que los maestros no esperen a que termine el periodo académico para decirles a los padres que su hijo tiene dificultades en algún concepto o procedimiento.
Es clave que se reúnan o comuniquen con ellos de forma periódica para aportarles estrategias que conduzcan a superar dicha dificultad. Las matemáticas no deben ser un 'trauma'.
La cercanía permite entender
Cómo introducirlas en casa desde los primeros años de vida
Desde los primeros años, utilizar fichas u otros objetos para que el niño clasifique, describa tamaño y forma. Puede agrupar elementos por color y luego comparar cuál tiene mayor cantidad. Juegos de mesa: el parqués y los rompecabezas fortalecen el pensamiento matemático.
Simular que están en el mercado y hacer el ejercicio de compra y venta. Así se aprenden las tablas. El ábaco también es útil para esto.
No regañar al niño si se equivoca, pues generará en él un rechazo hacia las matemáticas.
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